jueves, 27 de octubre de 2011

EL ESTALLIDO DEL CORAZÓN DE ANA CRISTINA

San Nicolás de María–Sede de Gobierno Papal, 26 de octubre de 2011


¡¡¡No seamos pequeñitos, seamos grandes!!!
Somos grandes, somos un pueblo enorme, lleno de fuerzas y de esperanzas en esta nueva Aurora que se acerca, que ya se vive y se siente…
El pasado 23 de octubre, en su discurso nuestra presidenta, una vez más invadida por su espíritu de Ana, mujer María guerrera muestra su corazón y predica lo que quiere, sueña y contempla lo que cree es mejor para su pueblo, arengando claramente a la unidad nacional: yo quiero convocar a todos los argentinos a la unidad nacional, a que no nos distraigan con enfrentamientos inútiles, a que no discutamos sobre los hechos y las realidades
Ana Cristina Fernández ganó las elecciones presidenciales. ¿Importa acaso saber quién la votó y quién no? ¿Vale la pena iniciar o engancharse en discusiones o enfrentamientos inútiles? Muchos se preguntan, ¿por qué? Nosotras también nos preguntamos por qué, ya que no creemos en esta falsa democracia, en sus estructuras e instituciones, o como dice la presidenta, en un mundo patas para arriba.
Dice soñar así: yo sueño, una Argentina donde tengamos continuidad, que no significa continuidad de personas y de partidos, sino de proyecto político, de Nación y de país, a la humildad en el éxito: en la victoria siempre hay que ser más grande aún, más generoso, más comprensivo y más agradecido (…) yo no me la creo, nunca me la creí ni pienso hacerlo, mostrando la necesidad que tiene de todos y cada uno de los argentinos acompañándola en esta nueva gran etapa de decadencia del mundo y de la falsa democracia.
Lo cierto es que la eligió una inmensa mayoría, y la clase media dividida y cegada por el sueño de la vida material, no puede ver más allá de su ombligo, tanto quienes la votaron como quienes no.
Y es que no ven que es María en ella a quien el pueblo eligió, es María-los pueblos los que toman el mando hoy y conducen a esta Patria bendita en el camino de la grandeza.
¡Una Patria grande y un pueblo feliz! Ese es nuestro destino. Dejando en claro que de nada sirven los intereses personales cuando éstos van en contra del espíritu de la Nación.
Pero para esto, no puede sola, es verdad, en principio necesita hombres y mujeres dispuestos a luchar juntos en unidad por la misma causa, ¡que es la de todos! ‹La mies es mucha pero son pocos los obreros›; imagínense si encima de pocos, ¡divididos!, no tiene mucho sentido ¿no?
(…) Sé que son minorías, poderosas pero minorías. Depende, entonces, de las grandes mayorías, conformadas por nuestros trabajadores y por nuestras clases medias, no ser desviados del camino como nos ha pasado en tantas oportunidades de la historia y hacer fracasar proyectos que servían al conjunto de la Nación. Esas mayorías son las que cuentan con Nuestra Señora de Justicia, la Verdad y el Amor para todos y no sólo para algunos sectores.
Por eso habla de la Unidad Nacional: imprescindible para los tiempos que vienen, incluso más necesaria e imprescindible, de lo que ella misma cree.
Ya no es una viuda adolorida, es una mujer al frente de un país que necesita también que la conduzcan, que la ayuden y la acompañen. En medio de sentimientos encontrados pero genuinos y con el coraje a flor de piel aclara: Que nadie se equivoque. No hablo de él como marido; hablo de él como cuadro político. (…) Es el dolor de una mujer, pero es la comprensión de una militante política.
La Justicia del Padre en estas palabras inspiradas: llevando a la Argentina, a que viva una historia diferente a la que nos tocó vivir en los últimos 200 años de historia (…). Un país no lo construyen solamente sus dirigentes, lo construye su pueblo.
Somos los humildes los descamisados de Evita, los que esperamos la concretitud de estas palabras.
La Verdad de su pedido, que es en el corazón del pueblo: Yo quiero apelar a la vocación patriótica de todos los argentinos, (…), del pueblo todo, de toda la sociedad. La conquista de estos corazones que esperan a las mujeres María siempre implica una actitud de guerra, la de persuadir, la de tener convicciones y, fundamentalmente, que esas convicciones coincidan con las acciones, (…) para poder lograr la voluntad popular.
La verdad de su querer-función de instrumento de Dios: Lo único que quiero es contribuir, cooperar como argentina con la más alta responsabilidad, a seguir agrandando la Argentina, a que siga creciendo, (…) una persona que haya ayudado a cambiar la historia junto al resto de los argentinos.
El Amor amalgamado en un hombre y en su patria, para poder darse-impulsarse: A esta mujer no la mueve ninguna ambición, no la mueve ningún interés, solo la mueve el profundo amor que siento por la Argentina, por la patria y la necesidad de honrar la memoria de él y de miles como él que dieron sus vidas por la patria.
Llamando y señalando lo verdaderamente importante en el espíritu de la Nación Argentina, en cada alma que lo conforma, para lograr recrear el verdadero entramado social: (…) quiero apelar a todos los que están identificados con los intereses del pueblo, de los distintos lugares, partidos y sectores (…) lo importante es lograr un lugar en el corazón de nuestro pueblo; creo que lo importante es saber leer los ojos de los millones de argentinos.
Con clase, pero claramente para quién sabe leer entre líneas, llamando muertos a la dirigencia política que la rodea cuando aconseja: (…) Muchas veces los dirigentes argentinos se desesperan leyendo los diarios y mirando televisión. (…) Les pido que miren más los ojos de los argentinos, que recorran el país de punta a punta y vean. Ahí van a comprender que todavía nos faltan muchas cosas.
Dirigiéndose a los jóvenes de edad y a los jóvenes de espíritu, dándole la confianza y esperanza necesaria para escuchar a Dios en sus corazones cuando habla de sus convicciones: Tengan confianza en ustedes mismos, tengan confianza en sus ideas, esto no es cuestión de imagen, esto es cuestión de fe, es cuestión de convicción, es cuestión de pensar que uno está haciendo lo mejor y no desfallecer ni aun cuando pareciera que todo está perdido. Es más, cuando todo está perdido, es el mejor momento para luchar más que nunca por lo que uno cree, por su patria, por el país, por las ideas.
Somos, y decimos somos TODOS los argentinos, pero empezando por los humildes, la gente sencilla que sabe apreciar lo simple, que es agradecida con Dios sólo por el hecho de que haga salir el sol todos los días, y el sol sale para todos: ricos y pobres, desde el primero hasta el último.
Por eso estalla su corazón de Mujer María guerrera y arrasa con el Inmaculado Corazón de Mamá.
Quiera Dios entonces, que pueda llegar al encuentro con quienes queremos ayudarla de corazón, no sólo el pueblo, sino también y más concretamente con Pedro Segundo Gabriel en María Liliana Amitiel con Jesús-Joaquín en su Segunda Venida, y con todo el pequeño rebaño.
Martha Eva Matatiel, discípula de María y de Jesús esposa del Ministro de Salud del Rey Cristo Jesús.
Juana Rosario Idoriel, discípula de María y de Jesús esposa del Ministro de Economía del Rey Cristo Jesús

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